domingo, 12 de julio de 2020

240 años del nacimiento de Juana Azurduy

"La revolución viene oliendo a jazmín"

Juana Azurduy

 (12 de julio de 1780 - 25 de mayo de 1862)


Nació el 12 de julio de 1780, en Chuquisaca (actual ciudad de Sucre, Bolivia) Era hija de doña Eulalia Bermúdez, una “chola” (mestiza, hija de padre español y madre india) y de don Matías Azurduy, un hombre blanco que poseía haciendas en la región. Desde niña acompañaba a su padre en las labores rurales junto a los indígenas que trabajan sus tierras. De esta forma aprendió a ser una excelente jinete y dominó las lenguas quechua y aymara, habilidades que resultarían muy importantes en su futuro como guerrillera revolucionaria.

    En 1799 Juana se casó con Miguel Asencio Padilla, que era hijo de unos vecinos de hacienda y amigo de sus padres. Tuvieron cinco hijos. La vida de Azurduy y Padilla cambió para siempre en mayo de 1810. Ellos apoyaron al Ejército Auxiliar del Alto Perú enviado desde Buenos Aires. Chuquisaca volvía a ser una ciudad rebelde, luego de un movimiento autonomista que tuvo lugar el año anterior y que fue duramente reprimido. Después de la derrota de Huaqui en 1811, el ejército patriota debió retroceder hasta Tucumán. Mientras tanto, surgieron en el Alto Perú grupos hostiles a los realistas que fueron combatidos mediante la guerra de guerrillas. Uno de estos grupos fue liderado por Padilla y secundado por su esposa. Ella luchó en la región del Alto Perú, desde el norte de Chuquisaca, en el Altiplano, hasta las selvas del sur. Organizó un batallón llamado “Los Leales” y un cuerpo de caballería conformado por 25 mujeres, conocido como “Las Amazonas”. Juana y Manuel perdieron en la lucha a cuatro de sus hijos, pero siguieron luchando apoyando la nueva ofensiva del ejército comandado por Manuel Belgrano. Y estuvieron junto a él en la derrota de la batalla de Ayohuma. Azurduy comenzó a ser nombrada en los partes de guerra y su figura a obtuvo brillo propio, pasando a ser conocida por sus contemporáneos. Embarazada de su quinta hija, Juana siguió combatiendo e incluso logró arrebatarle un estandarte español a un coronel enemigo. Acto por el que fue reconocida por Manuel Belgrano, quien le obsequió su sable. Belgrano, además, le escribió al director supremo Juan Martín de Pueyrredón para que le concediera a Azurduy el grado de teniente coronel.
    En septiembre de 1816 murió Padilla. Al poco tiempo Juana decidió trasladarse a Salta y unirse a las fuerzas patriotas de Miguel Martín de Güemes con quien luchó hasta 1821 cuando murió el líder salteño. La nueva pérdida la alejó del escenario militar. Sumida en la pobreza –sus propiedades habían sido expropiadas por los realistas– presentó una carta al gobierno salteño pidiendo auxilio económico para volver a su tierra. Finalmente pudo regresar en 1825, año en que se celebró la Independencia de la República de Bolivia. Chuquisaca la recibió con honores y fue homenajeada por el propio Simón Bolívar, quien la declaró “heroína”.

    El 25 de mayo de 1862, a los 82 años murió Juana Azurduy. Fue enterrada en una fosa común y cien años después sus restos fueron exhumados y depositados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.

    En julio de 2009 fue ascendida pos mortem del grado de Teniente Coronel al de General del Ejército Argentino. Además se firmó un tratado internacional que instituye la fecha del nacimiento de Juana Azurduy, como el día de la Confraternidad Argentina-Boliviana y se levantó un monumento en su honor.


Monumento frente al Centro Cultural Kirchner




Historia de papel: Juana Azurduy. Canal Encuentro

jueves, 9 de julio de 2020

9 de julio: Día de la Independencia

9 de Julio. Día de la Independencia




¿Por qué en la Argentina cada 9 de julio celebramos el Día de la Independencia?

El 9 de julio de 1816 los diputados de algunas provincias ubicadas en el territorio que hoy forma la Argentina firmaron un acta en el que se declaraban independientes de España y de su rey. Este acontecimiento fundamental tuvo lugar en el Congreso de Tucumán. El acta que allí se firmó significó un paso muy importante para lograr la independencia del territorio latinoamericano que, hasta entonces, había pertenecido al Imperio Español. Sin embargo, el proceso independentista no puede reducirse a esta declaración. La Revolución de Mayo de 1810 también fue clave en este proceso porque significó una expresión de autonomía de parte de las colonias, aun cuando todavía existían vínculos con el Imperio Español. En el contexto de la guerra que se desató entonces entre  los revolucionarios (“patriotas”) y los defensores del Imperio (“realistas”) comenzó a elaborarse la idea de que la independencia era posible. Finalmente, en 1816, las Provincias Unidas se reunieron en el Congreso de Tucumán y lograron el consenso necesario para declararla. Pero las guerras continuaron. Hubo avances y retrocesos para los patriotas, que finalmente lograron derrotar a  los realistas en distintos territorios del, hasta ese momento, Imperio Español en América.


¿Qué sucedió el 9 de julio de 1816? ¿Por qué el proceso independentista no debe ser reducido a la declaración del Congreso de Tucumán?
El 9 de julio de 1816 los diputados de distintas provincias firmaron en el Congreso de Tucumán una importante acta. Luego, se imprimieron unas 1500 en castellano y otras 1000 en quechua y 500 en aymara, teniendo en cuenta que la población del Alto Perú (que vivía en gran parte de la actual Bolivia) y la del actual norte argentino pertenecían en su mayoría a estos pueblos y hablaban sus propias lenguas. De este modo, los diputados buscaban propagar la revolución y que el Alto Perú pasara a formar parte de las Provincias Unidas.